Moroleón.- (LaSillaRota).-Las casas antiguas o haciendas abandonadas, de las muchas que existen en el estado de Guanajuato, suelen ser objeto de leyendas, por lo que la gente que las visita, tan

sólo al verlas semidestruidas y conocer algo de lo que dicen pobladores vecinos, sienten curiosidad y hasta temor, sin tener la menor intención de visitarlas por las noches.
Sobre estos inmuebles se cuenta que se escuchan murmullos, llantos, ruidos extraños y hasta hay quienes han visto fantasmas y brujas merodeando en su interior y por los alrededores.
Tal es el caso de la llamada por los moroleoneses como La Casa de Chicho, un rancho cercano a la comunidad de Piñicuaro, en Morelón, que por lo que se cuenta y el misterio que encierra, es considerado como un atractivo turístico de este municipio.
Primero debemos saber que Chicho, proviene del nombre purépecha tsitsikio, “Lugar donde abundan flores”, es un rancho abandonado y sus alrededores sirven para el pastoreo de ganado.
Al inmueble abandonado se le conoce como la Casa de los Pantoja “El Fortín” Chicho y el rancho se encuentra al suroeste de Moroleón y de Huandacareo, Michoacán.
De acuerdo con datos históricos, en el siglo XVI sirvió de punto de referencia durante la entrega a los naturales de San Nicolás Piñícuaro. Se le registró con el nombre de Cicicho, que con el paso de los años evolucionó a Chicho.
El cronista de Huandacareo, Jaime Álvarez Díaz, menciona que a este lugar se le conoce como “Los llanos de Chicho”.
A principios del Siglo XX, una familia de apellido Pantoja, originaria de Piñícuaro, dedicada a la cría de ganado bovino, se hizo de esa propiedad, fincó a lo alto de un cerro una casa de piedra con vista a Huandacareo y le acondicionó varias “troneras” (Aberturas), desde donde se podía disparar contra bandidos que quisieran asaltarlos.
Se dice que la familia empezó a sentir el asedio de vecinos que en estado de ebriedad llegaban y pistolas en mano exigían al padre les entregara a sus hijas, por lo que decidieron cambiarse a la comunidad de La Loma, también de Moroleón, y aquella casa y el rancho permanecieron, hasta la fecha, abandonados.
Desde ese tiempo, empezaron a tejerse los relatos de espantos sobre la Casa de Chicho, por lo que este inmueble, semidestruido, en un lugar solitario y sin luz eléctrica, dio lugar al nombre de La Casa Embrujada y nadie se atrevió a hacer uso de la vivienda, desde los tiempos de la Revolución.
Y en cuanto a sus visitantes, de vez en cuando acuden al sitio grupos de senderistas, ya que cuando caminan por algunos de los atractivos turísticos de Píñícuaro, una parada obligada es la Casa de Chicho o mejor conocida como La Casa Embrujada.
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